Hay varias hipótesis sobre el descubrimiento del queso y todas ellas datan de largos años de historia, todas relacionadas con los mecanismos que se utilizaban para el transporte de la leche.
Una de ellas dice que un mercader asiático en uno de sus viajes por el desierto, transportaba la leche en un saco de cuero, posiblemente proveniente del estómago de un becerro y debido a alguna enzimas presentes en el cuero y a las altas temperaturas del desierto, cuando la fue a consumir estaba coagulada y fermentada accidentalmente.
Hay otra versión que señala que después del ordeñe de los animales productores, las sobras de leche eran dejadas en recipientes para su consumo posterior, de esta forma la leche se transformaba en coágulo de suero.
Otros historiadores dicen que data de la prehistoria, pero son versiones que aún no se han podido comprobar.
De esta forma entonces se descubrió el queso y se fue perfeccionando su manufactura con el correr de los años. Comenzaron separando la leche coagulada del suero, agregando sal y así obtuvieron el primer resultado.
En Europa Oxidental fue donde se encontró un ambiente propicio para su manufactura debido a la temperatura ideal y a las buenas pasturas que contribuyeron a una mejor materia prima; la leche.